El síndrome del impostor afecta a la mayoría de las personas, pero muy pocas hablan de ello
Tres de cada cinco trabajadores experimentan el síndrome del impostor con mujeres y jóvenes desproporcionadamente más propensos a dudar de sí mismos, según un nuevo informe de Indeed. De hecho, los hallazgos del informe Working on Wellbeing de Indeed se basan en una encuesta de YouGov de 2500 trabajadores de salud mental británicos y destacan que los trabajadores aún no reciben el apoyo que necesitan de su empleador.
El síndrome del impostor, sentimientos de inseguridad y fracaso que prevalecen sobre el éxito en el trabajo, es uno de los problemas de salud mental más comunes en el lugar de trabajo hoy en día, con casi 3 de cada 5 (58 %) empleados que padecen el síndrome del impostor.
Casi el doble de mujeres (21%) sufren muy frecuentemente o siempre del síndrome del impostor que los hombres (12%). En particular, los encuestados millennials (de 25 a 39 años) son el grupo de edad con mayor probabilidad de sentirse estafadores en el lugar de trabajo (27 %), mientras que solo un pequeño porcentaje de los trabajadores de 65 años o más sufre regularmente inseguridad (3 %).
En general, estas estadísticas quedan eclipsadas por los encuestados transgénero, de los cuales un 64 % se siente regularmente como un fracaso en el trabajo. En general, más de 1 de cada 10 (13 %) y 1 de cada 5 (20 %) altos directivos admiten sentirse "siempre" o "con mucha frecuencia" como un fraude.
A pesar de su prevalencia, la friolera de 94% de quienes han sufrido el síndrome del impostor no han hablado de sus sentimientos en el trabajo. De aquellos que se sienten incómodos al contarle a su gerente sobre sus sentimientos de inseguridad "frecuente", casi dos tercios (61%) temen que puedan ser vistos como empleados menos capaces.
La mitad (52 %) dice que se sentiría avergonzado, 1 de cada 3 (33 %) teme que no lo tomen en serio y al 29 % le preocupa que su gerente se lo cuente a otros en la organización. Como resultado, solo el 56% de estas personas se sienten apoyadas en el lugar de trabajo.
Entre los muchos efectos negativos asociados con el síndrome del impostor frecuente, el impacto en cascada da como resultado niveles más altos de procrastinación (63 %), jornadas laborales más largas (57 %), mayor rotación de personal (44 %), pérdida de productividad (41 %). ), así como empleados que evitan solicitar promociones internas (39%).